Está claro que el storytelling es un arte, pero también es verdad que podemos aplicar métodos para estructurar una historia y crear así el relato deseado.

Recibimos cerca de 3.000 impactos de comunicación a lo largo del día. 3.000. Nuestro cerebro no está preparado para (ni le apetece, las cosas como son) prestar atención a tal cantidad de información. Frente a esta realidad tenemos tres opciones:

  1. Pasamos de todo, de tener una web decente, de las RRSS, de la reputación online y que sea lo que Dios quiera.
  2.  Nos metemos de lleno en el marasmo general, simplemente porque “hay que estar”, publicas contenido como si no hubiera un mañana y a ver quien de todos hace más ruido.
  3. Te paras un momento, miras a tu alrededor y decides crear tu storytelling, tu relato, el que te va a diferenciar del resto, el que te hace único.

Si te has decantado por ésto último, creo firmemente (aunque sólo es mi opinión, claro) que vas por el buen camino. Y la siguiente pregunta es, ¿pero yo puedo tener una historia que contar? Te aseguro que sí. Verás que en 4 pasos, vamos a sentar las bases de tu storytelling.

Y como no hay nada para entender las cosas como el ejemplo, voy a utilizar un caso real en el que estoy trabajando. Mi proyecto es con una empresa de cosmética que va a lanzar un nuevo producto al mercado, una crema para las manos. ¡A por ello!

Paso 1: Establece tu objetivo.

No tienes por qué tener un único relato, sí que es cierto que hay uno corporativo que vertebra toda la comunicación, pero puedes al mismo tiempo, crear relatos para otros objetivos.

[bctt tweet=»Es necesario tener un storytelling corporativo que vertebre toda la comunicación de tu empresa, pero puedes crear un relato para cada uno de tus objetivos.» username=»sandra_copy»]

En el caso que estamos trabajando ahora, mi objetivo es crear un storytelling de producto para conseguir notoriedad. Para ello, debo conocer el producto como si lo hubiera parido, debo saber absolutamente todo sobre él. Una vez tengo toda la información, pasamos al siguiente paso.

Paso 2: Determina quien es tu protagonista.

Tu protagonista es quien lleva el peso de la acción y la carga emocional, así que defínelo bien para que sea consistente, para que tenga entidad. Por un lado está la faceta exterior, en mi caso el packaging, el tubo de la crema, su aroma, color, textura. Y por otro, la faceta interior, que viene determinada por sus características físicas: Mi crema, ¿es delicada o fuerte? ¿Es atrevida o recatada? No tengas miedo de darle adjetivos, estás construyendo su personalidad, cuanto más extensamente descrita, mejor. Hay veces que funciona darle una imagen, por ejemplo, a mi crema yo le pongo la cara de Jennifer Lawrence, la de “Los Juegos del Hambre”. Con eso ya consigo ir perfilando su personalidad.

Paso 3: Ahora viene lo más duro. ¿Cual es el conflicto?

Y si, ya lo hemos dicho en otras ocasiones, TIENE que haber conflicto. Sí o sí. Sin conflicto no hay empatía y sin empatía no hay historia. ¿Quieres saber más sobre el conflicto? Pincha aquí. No hace falta que sea un conflictazo a lo vida o muerte, pero debe de haber algún escollo que tu protagonista tenga que superar. En el caso de mi crema, el conflicto es que debe enfrentarse a un montón de competencia, en el mercado hay cremas de todo tipo y para todos los gustos y bolsillos. Y ella es nueva, por lo tanto está en desventaja, no la conoce nadie. Pedazo de conflicto, ¿eh? ¡Mola!

Paso 4: Identifica a tu antagonista.

Pues sí. Tiene que haber algún malote que te haga la vida imposible, que dimensione tu conflicto y te ponga difícil llegar a conseguir tu objetivo. El antagonista es un componente sustancial del storytelling y muchas veces me encuentro con que la gente entiende por antagonista a un enemigo. Pero eso no es así. En mi caso, por ejemplo, el antagonista de mi crema no es otra crema que la odie, el antagonista a vencer en su caso, es la resistencia que todos tenemos a comprar un producto nuevo que desconocemos, es la desconfianza hacia algo de lo que no tenemos referencia. Y eso es un señor antagonista, porque estamos hablando de una condición del ser humano. ¿Se puede vencer? Se puede.

Llegados a este punto, tenemos un montón de información. Sabemos donde estamos, adonde queremos llegar. Sabemos quienes somos y cuáles son los principales problemas que nos vamos a encontrar en el camino. Siguiendo el ejemplo:

Mi protagonista es una crema de manos que se parece a Jennifer Lawrence, es sexy, un tanto atrevida, muy bonita y llamativa pero también dulce y con cierto candor. Llega nueva al lineal, donde hay cremas venerables que no son competencia para ella, pero también otras que van a intentar que muera. Y la única manera de salvarse es que la gente la pruebe, que la conozca, porque huele tan bien y su textura es tan suave, que una vez la prueben estará entre las reinas del lineal. ¿Ves? ¡Ya tengo mi storytelling!

¿Cual sería el siguiente paso? Establecer el camino para que mi crema, que es una desconocida y tiene al lado otras cremas psicópatas, salga vencedora de la historia y tenga un final feliz. O lo que es lo mismo, articular una estrategia que me permita conseguir que mi producto, que no lo conoce nadie, empiece a ser conocido.

¿Crees que que estos 4 pasos son aplicables a tu empresa o producto? ¿Te parece que el storytelling puede ser una herramienta estratégica?

Cuéntame tu opinión o tu experiencia, me encantaría leerla. 🙂

Love writing!

Post Author: sandra

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